Una encuesta de PwC (2015) formuló la siguiente pregunta a más de mil CEO’s: ¿cuál es el atributo que requieren los CEO’s para tener éxito en estos tiempos de cambios turbulentos? Un gran número de CEO’s respondió “curiosidad” y “una mente abierta”.
Los líderes que son curiosos están permanentemente cuestionando el estatus quo y buscando nuevas y mejores formas de hacer las cosas. Estos líderes utilizan preguntas inquisidoras para iniciar un debate y mantienen la mente abierta para escuchar. Esto no solamente permite recolectar ideas de diversas perspectivas, también ayuda a la organización a lograr un mayor compromiso de la gente ya que sienten que su opinión es tomada en cuenta.
Siendo la curiosidad un atributo que lleva a la innovación y al éxito, sembrar la semilla de la curiosidad en el ADN organizacional es un aspecto esencial para sobrevivir en este mundo altamente cambiante.
Los ejecutivos más senior han avanzado en su carrera aprendiendo a buscar soluciones y arreglar los problemas y no a través de hacer preguntas. Aún hoy nos encontramos muchos líderes con la noción de que, por tener un cargo más alto, significa que lo saben todo.
Los líderes cuestionadores tienden a tener una mezcla de humildad y seguridad en sí mismos. No tienen problema en decirle a su gente que no saben sobre un tema, pedir ayuda, escucharlos.
En general, las personas curiosas despiertan cuando tienen retos, investigan, quieren ir más allá de lo evidente, se cuestionan, preguntan, buscan nuevas formas de hacer las cosas, arriesgan y, en todo momento, quieren entender el porqué de las cosas.
Sin embargo, la educación que la mayoría de nosotros hemos recibido es la de obedecer. Desde el hogar donde escuchamos a padres de generaciones anteriores donde preguntar era considerado una impertinencia, pasando por el colegio donde el que quería hacer algo diferente o preguntaba mucho pasaba a la lista de niño/a problema, hasta la universidad donde terminaron de implantar en nuestros cerebros el “calladito la pasas mejor”.
Aunque hoy en día las empresas empiezan a darse cuenta de que en este nuevo entorno de innovaciones disruptivas la capacidad de sobrevivencia de la empresa depende en gran medida de la capacidad de innovar y adaptarse rápidamente a los cambios, nos encontramos con una fuerza laboral que no ha desarrollado esa curiosidad que algún día tuvo.
Como consultora, aún veo que los mandos medios y altos no han desarrollado la práctica de liderar preguntando, de despertar pasión y curiosidad en sus equipos y, sobre todo, lograr que sus equipos se atrevan a decir las cosas abiertamente y sin miedos.
Por otro lado, veo a equipos que tienen mucho que decir, pero que no se atreven, o no tienen eco con sus superiores, o peor aún, cuando cuestionan y preguntan mucho son percibidos como conflictivos.
Las empresas que están tratando de cultivar una cultura innovadora, deberán empezar por formar líderes que sepan despertar la curiosidad y generar el clima de confianza necesario para que sus equipos de trabajo se atrevan a decir las cosas. Un reto nada fácil pero, definitivamente, alcanzable.
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