Hay algo que no termino de entender. En los últimos dos años he revisado muchísima información relacionada con transformación digital, innovación, metodologías ágiles, design thinking, scrum, internet de las cosas, industria 4.0, robótica y muchas otras olas disruptivas de la ciencia y la gestión.

Debo aclarar que se trata de artículos, webinars, conferencias o libros de las mejores universidades y consultoras a nivel internacional. Me refiero a universidades como MIT, Stanford, Harvard, Singularity, Queensland y consultoras como McKinsey, IDEO, las “big 4”, entre otras.

Y todos tienen algo en común. Todos resaltan el valor clave que tiene la cultura organizacional en cualquier esfuerzo de transformación que se quiera realizar en una empresa. Es más, los ejemplos de transformaciones fallidas atribuyen las causas a la inhabilidad de lograr que las personas se adapten al cambio.

A pesar de la abundancia de luces rojas que apuntan a la transformación cultural, esta brilla por su ausencia en las estrategias que realizan las empresas, las cuales están más avocadas en lograr resultados financieros y no parecen preocuparse de la gente que tiene que lograr esos resultados, ¿no les parece absurdo?

Hace poco, una compañía que estaba invirtiendo varios millones de dólares en implementar inteligencia artificial en su producción, me dijo que no tenían 20 mil dólares de presupuesto para realizar un diagnóstico de la cultura actual y elaborar una estrategia de cambio cultural.

Para ser completamente sincera, esto me parece de ¡locos! ¿O seré yo la que necesita un psiquiatra? 🙁 Y este tema no es aislado, es una constante que veo en empresas medianas y grandes.

Es muy cierto algo que me han dicho algunos gerentes “hemos tenido mala experiencia con consultores”. Pero yo pregunto (al más puro estilo del maestro Kung Fu): si un clavo viene fallado ¿dejarás de construir tu casa? ¿No sería más sensato pensar en convocar otras consultoras y hacer una mejor evaluación?

Sabemos que gestionar una transformación cultural no es cosa fácil. También sabemos que no hay muchos expertos en el tema. Sin embargo, hay varias alternativas mucho mejores que no gestionar el cambio.

Algunas ideas que dejo a mis lectores son: preguntar a empresas que implementaron eficientemente su transformación, preguntar a las consultoras candidatas su experiencia y confirmar referencias, evitar los enlatados y, más bien, evaluar la cultura particular y única de la empresa.

Antes de terminar, hay algo más que quisiera sugerir: ¡contraten a alguien externo para el diagnóstico! Evaluarse a uno mismo nunca es una buena idea. Así como un cirujano no puede operar a su hijo o un contador no puede ser su propio auditor, un miembro de la empresa no puede evaluar su propia cultura.

Iris Reyna

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